Alrededor del uso de la radiación hay muchos mitos. Si bien es cierto que la exposición en exceso puede llegar a ser perjudicial para nuestro organismo, tiene grandes ventajas cuando se utiliza de manera correcta y controlada, tal y como sucede con la radioterapia para tratar el cáncer, la energía nuclear o las radiografías dentales.

Radiografías y radiación

La radiografía es una técnica mediante la cual se obtienen imágenes de una parte del cuerpo ubicada entre una fuente de radiación y un receptor. Esta tecnología fue desarrollada en 1895 por el ingeniero Wilhelm Röntgen y, aunque ya ha pasado más de un siglo, el principio sigue siendo el mismo: el cuerpo absorbe las partículas emitidas y en la placa receptora se marca la radiación restante.

Cuando no hay nada que obstaculice la radiación, la placa quedará completamente negra, mientras que las zonas en las que parte de la radiación se perdió se verán de un tono blanco. Por esta razón, los huesos, que suelen ser de mayor densidad, son tan fáciles de distinguir en una radiografía.

Si bien el principio es el mismo, la técnica se ha perfeccionado y hoy se utilizan cantidades de radiación muy bajas que no suponen grandes inconvenientes para el ser humano. Como resultado, en la actualidad se utiliza para estudiar todas las partes del cuerpo e incluso se pueden realizar radiografías dentales.

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¿Cuánto es mucho en las radiografías dentales?

Lo recomendable es ir al odontólogo por lo menos una vez cada 6 meses. En estas visitas es muy probable que el profesional ordene una serie de radiografías dentales para poder descartar cualquier patología. Así mismo, en el caso de tener un tratamiento activo, será mayor la frecuencia con las que se solicitan este tipo de imágenes. Pero, ¿Hay algún tipo de riesgo?

Como te mencionamos anteriormente, las radiografías actuales utilizan una cantidad muy baja de radiación. Además, las radiografías dentales, al estar en una zona tan específica, requieren aún menor cantidad de rayos x.

Para que te hagas una idea, la cantidad de radiación recibida por los trabajadores de Chernóbil alcanzó los 6.000 MiliSieverts (unidad con la que se mide la radiación en el cuerpo), para que sea letal debe superar los 5.000 MiliSieverts, por debajo de los 1.000 MiliSieverts puede provocar enfermedades sin ser letal. A personas que trabajan con radiación se recomienda no exponerse a más de 100 MiliSieverts por cada 5 años.

Un TAC de todo el cuerpo emite 10 MiliSieverts y estudios como radiografías del pecho o mamografías no superan los 0,5 MiliSieverts. 

¿Y las radiografías dentales? Son las que menos radiación producen, tan solo 0,01 MiliSieverts.

En otras palabras, una persona tendría que realizarse más de 100.000 radiografías dentales para que represente una amenaza para su organismo.

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